A diferencia de la ansiedad relativamente leve y transitoria causada por un evento estresante (tal como hablar en público), los problemas de ansiedad se alargan en el tiempo y pueden empeorar si no son tratados. Los cuadros de ansiedad ocurren comúnmente junto con otras enfermedades mentales o físicas, incluyendo abuso del consumo de alcohol u otras sustancias, lo cual puede enmascarar los síntomas de la ansiedad o empeorarlos.
Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedadque son abordados de diferente manera:
Las personas con trastorno de ansiedad generalizada (TAG) pasan el día llenas de preocupaciones y tensiones exageradas, incluso cuando hay poco o nada que las provoque, y parecen incapaces de poder liberarse de ellas.
Una fobia específica es un miedo intenso e irracional hacia algo que en realidad constituye una amenaza mínima o nula. Aunque los adultos con fobias son conscientes de que tales temores son irracionales, con frecuencia tener que enfrentarse, o incluso tan sólo pensar en tener que enfrentarse al objeto o la situación que produce el temor, provoca en la persona un ataque de pánico o un estado de ansiedad muy intenso.
Las fobias específicas responden especialmente bien a la psicoterapia.
Las personas con fobia social tienen miedo intenso, persistente, y crónico de ser observadas y juzgadas por los demás y de hacer cosas que les ridiculice. Se pueden sentir preocupadas durante días o semanas antes de una situación que les produce temor. Este miedo puede volverse tan intenso, que interfiere con su trabajo, estudios y demás actividades comunes, y puede dificultar el desarrollo de actividades sociales simples, como hacer nuevas amistades o mantenerlas.
Agorafobia es un conjunto de miedos que se desencadenan cuando la persona no se encuentra en "un lugar seguro", cuando está en sitios donde es complicado escapar o recibir ayuda en el caso de padecer un ataque de pánico. La persona sabe que su miedo es irracional, pero en el fondo no se termina de creer que no le ocurrirá nada fuera de ese "lugar seguro".
Evaluación de la ansiedad
Antes de comenzar un tratamiento, se debe realizar una evaluación diagnóstica para determinar si los síntomas de una persona son causados por un problema de ansiedad o por factores físicos. Si se diagnostica un cuadro de ansiedad, el tipo de trastorno o la combinación de problemas presentes deben identificarse mediante las pruebas psicológicas oportunas, al igual que cualquier afección psicológica asociada, tal como depresión o abuso de sustancias. En ocasiones, el alcoholismo, la depresión u otros problemas coexistentes tienen un efecto tan fuerte sobre el individuo, que el tratamiento del trastorno de ansiedad debe esperar hasta que los síntomas asociados estén bajo control.
Plan de tratamiento
La terapia cognitiva-conductual es muy útil para el tratamiento de los trastornos de ansiedad. La parte cognitiva ayuda a las personas a cambiar los patrones de pensamiento irracionales que dan lugar a sus temores, y la parte conductual ayuda reducir la ansiedad al exponerse a dichas situaciones estresantes o temidas.
Esta intervención se complementa con otros apoyos como las técnicas de manejo del estrés y de meditación, que ayudan a las personas con problemas de ansiedad a relajarse y mejorar los efectos de la terapia. Además hay evidencia de que los ejercicios aeróbicos pueden tener un efecto positivo y calmante.
El entorno familiar y social es muy importante para la recuperación de una persona que padece ansiedad. Lo ideal es que la familia reciba pautas para que ofrezca apoyo a la persona. Los miembros de la familia no deben subestimar el trastorno o exigir una mejoría sin que la persona reciba tratamiento, es muy positivo que sus familiares se vuelvan aliados y colaboren a tener éxito con la terapia.